Hacía demasiado tiempo que un libro no me absorbía hasta obsesionarme, porque al introducirme casualmente en el mundo de Murakami me sorprendí a mí misma deseando que la historia fuese interminable. Y digo casualmente porque si reparé en él y me compré su Tokio Blues (por aquel entonces Murakami no era conocido todavía como un autor que “al igual que los Beatles produce adicción, provoca numerosos efectos secundarios y su modo de narrar tiene algo de hipnótico y opiáceo”), fue gracias al comentario de alguien que sabía lo mucho que disfruto leyendo. Lo tenía en la estantería cubriéndose de polvo, en la lista de mis pendientes principales/urgentes y aproveché la semana pasada, tras Delibes, para tantear su terreno y dejarme llevar por él.
No me gusta empezar un libro con una idea ya predeterminada, últimamente tenemos Murakami hasta en la sopa y las etiquetas best seller me provocan auténtica alergia; pero, a pesar de ese miedo de dar con otro Zafón, me bastaron tan sólo un par de páginas para deducir que me hallaba ante un libro de los grandes, ante una historia que te atrapa de principio a fin. Al menos a mí no me pasa muy a menudo. Su escritura es sencilla, como a mí me gusta, llena de color y de música, sin ambiciones y con un toque justo de irrealidad. Los protagonistas, Watanabe (me encanta cómo suena) y Naoko, se van perfilando poco a poco, página tras página, los vamos conociendo a medida que avanza la historia, de tal manera que al final te los acabas haciendo tuyos, que acabas entendiendo sus reacciones y su mundo imperfecto. La soledad perfuma todo el libro, Murakami, nos enseña que aunque amarga, nos es necesaria para ser; nos anima a caminar solos para disfrutar del sendero que vamos dejando atrás…
Me gusta hablar de los libros que leo, pero no suelo recomendar muchos, agradezco que la gente sea selectiva en eso; sin embargo este es un caso de los “tienes que leer” a Murakami, al menos si Márquez no te dejó indiferente.
Me han entrado unas ganas tremendas de irme a Tokio. ¡Lo que me faltaba!
miércoles, 2 de abril de 2008
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13 comentarios:
también tengo un murakami esperando, pero muy pocas ganas de leer.
no se si había entrado antes a tu casa, creo que no.
tu comentario llamó mi atención, sin duda -mi inconmensurable ego no pudo resistirse-, y espero que te vaya bien, superados los viajes y los intuídos adioses...quizá sólo sean giros poéticos, literatura. un abrazo
perdón: qué es el lletraferit hundido en iguazú?
Una vez un Mago amadísimo me dijo que había que tener cuidado con lo que se deseaba porque los sueños tenían la costumbre de hacerse realidad :)
Anoto el libro en los pendientes, viniendo de ti la recomendación, no tengo dudas en que será una maravilla leerlo
Un besito, bella
A mí, Murakami me vino recomendado por un compañero de trabajo, y me quedé prendado desde el primer momento. De las tres novelas que le he leído, la que más me ha gustado es "Tokyo Blues"; aunque "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", me parece muy buena. "Sputnik, mi amor", no me llegó tanto. Supongo que para gustos hay colores.
PD: Zafón...buuuuu...fueraaa!!
Qué sensación más bonita cuando un libro nos provoca ese entusiasmo, esas ganas de conocer cosas nuevas, de visitar los paisajes donde se desarrolla la acción.
A mí me está pasando con Dickens: lo tengo chungo ;)
Entonces, ¿cuándo dices que nos vamos a Tokio?
Un besote.
Qué ganas me han dado de leerlo, Elita!!!
Me apunto para tokio!!!
AY, Leo, cómo te entiendo a ti también com lo de Dickens. Pero de alguna manera el Reino Unido sigue guardando esa esencia (y aunque la mayoría de acciones se desarrollen en Londres, Edimburgo es tan tan tan parecido a cómo tenían que ser las ciudades en la época de Dickens...)
Ojalá tengas razón, Azul, ¡ojalá lo que te dijo ese mago sea verdad!
Gracias por las recomendaciones, Jove. Queria indagar más Murakamis, pero esperaré y daré paso primero a otros.
Zafón es terrible, no puedo con él. Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias, si no ni hubiera leído a Murakami ni hubiera descubierto a Sánchez Piñol.
Ay, Leo. Mira que no me lo pienso dos veces… ¡Y yo con los viajes soy terrible! Espero algún día poder colgar las fotos en el blog…
Esas zonas del norte las tengo todavía pendientes, Fer, pero tengo unas ganas…
Besos a todos!
Ojalá tengas razón, Azul, ¡ojalá lo que te dijo ese mago sea verdad!
Gracias por las recomendaciones, Jove. Queria indagar más Murakamis, pero esperaré y daré paso primero a otros.
Zafón es terrible, no puedo con él. Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias, si no ni hubiera leído a Murakami ni hubiera descubierto a Sánchez Piñol.
Ay, Leo. Mira que no me lo pienso dos veces… ¡Y yo con los viajes soy terrible! Espero algún día poder colgar las fotos en el blog…
Esas zonas del norte las tengo todavía pendientes, Fer, pero tengo unas ganas…
Besos a todos!
Elita, me alegra haber descubierto tu blog, y que tú hayas descubierto el mío, tantos años después del "Pelo cepillo". Te leo y coincido es tus fobias y filias (Zafón, Sánchez Piñol...). Un abrazo
Cuesta comenzar otro libro después de haber terminado uno que se te mete hasta dentro. A la vez, cada libro es todo un mundo por descubrir. Me alegro escuhar tu comentario acerca de este.
Un abrazo grande
Apuntado. Qué hermosa forma de recomendar la tuya... Besos con sabor a sidra.
Elita, pasé a dejarte cariños, se te extraña!
Tokio... No. Vete a Washington. Hazlo ya. Regálate un paseo por los Memorials, bajo los cerezos y los ciruelos en flor... siéntate en un banco, frente al río... y lee allí.
Es una experiencia (rara): Tokio en americano. Perfecta (y con el dolar a favor).
¡¡HAZME CASO!! (que yo te lo haré a tí y leeré a Murakami -del que solo la prevención más legítima, por ser bestsellerdable... me distanciaba).
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