
Viajes postales, de ida y vuelta, siempre perderse y volver y quedarse; éste quedará siempre entre tú y yo,



Berlin nos abrió las puertas a nuestro rincón de mundo improvisado, cruzando caminos, bosques, lagos, tormentas de nieve, niños cantando, vacas que ríen.

Mundos paralelos.



Y tras el rastro de su historia y perfume, con otro año a cuestas, cruzamos el umbral checo.
Nos esperaba un mundo de ensueño pincelado de colores alborozados de un esplendor infinito;


un mundo hecho para turistas que se llevan la vida de esta ciudad escondida.

