martes, 31 de julio de 2007

Escritorio

Aquí estoy, sentadita ante el escritorio de los que me dan de comer, donde voy a pasarme los siguientes 31 días de agosto (exceptuando fines de semana y el puente del 15 que tan gentilmente me concedió mi jefe). Llevo un buen rato pensando qué escribir en esto que es tan nuevo para mí, pero no se me ocurre nada, o al menos nada que posea la propiedad de ser interesante. Lo cierto es que sencillamente tenía ganas de escribir, y eso es lo que voy a hacer; sobre literatura, sobre el misterio del olor a páginas... y también sobre todo en general.
Supongo que debo empezar, ya que éste es el principio de mi aventura, por hablar un poquito de mí misma; no suelo hacerlo mucho, pero es lo mínimo si lo que estoy haciendo es inaugurar mi propio espacio... Tengo en mano la carrera de filología alemana, sí, filóloga; me suena raro porque después decidí que, a falta de recursos por el deseado máster en edición (benditos másters...), iba a especializarme (¡qué horror de palabra!) en gestión cultural. Pero por capricho de lo que algunos llaman destino cayó en mis manos la oportunidad de traducir un libro. Éste no era nada del otro mundo, todo hay que decirlo, pero fue una experiencia que recordaré siempre, pues me abrió las puertas a un nuevo mundo del que yo casi no sabía nada; me refiero al laberinto de las correcciones, a las horas y horas buceando entre textos, al mareo entre palabras... y al mundo de las editoriales y sus colaboradores externos. Nada fácil de compaginar con el nivel de vida que se nos exige, y por supuesto que el escritorio que he nombrado al principio no se encuentra ni en ninguna agencia ni ninguna editorial. Pero bueno, todo sea por llenar ese vacío al que hoy en día estamos todos condenados...
Así que en el fondo, ése es el objetivo del blog: vaciarme de ese vacío y volver a empezar.